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JESÚS ENTRA EN
JERUSALÉN CON SUS
DISclpULOS. PINTURA
BIZANTINA. MUSEO DE
MACEDONIA. SKOPJE.
P
TIBERIO,
EMPERADOR DE
ROMA EN TIEMPOS DE JESÚS.
ara el cristianismo actual, los úni­
cos evangelios oficiales o «canó­
nicos» son los de Marcos, Mateo,
Juan y Lucas. Éstos son, en efecto,
los testimonios más antiguos sobre
la vida de Cristo, escritos a finales del siglo
I, y desde finales del siglo II fueron recono­
cidos como los únicos válidos. Pero desde una
época muy antigua circularon junto a ellos
otros textos similares, que recogían episodios
diversos de la vida de Jesús, muchos no coin­
cidentes con la versión canónica. Se los de­
nominó evangelios «apócrifos», es decir,
«ocultos», en alusión a que eran de origen
dudoso o incluso constituían falsificaciones
de los evangelios «auténticos».
En la actualidad existe un gran interés por
estos evangelios apócrifos, a causa del deseo
un tanto morboso de encontrar en estos es­
critos algunas verdades, más o menos inte­
resantes o comprometidas, que la Iglesia ha­
bría pretendido ocultar de la vista de los fie­
les. Sin embargo, hay que insistir en que las
diversas Iglesias cristianas, entre ellas la ca­
tólica, no se oponen a la difusión de estos
textos. Y también debe subrayarse que los
evangelios apócrifos son todos más tardíos
que los canónicos e incluyen elementos ma­
nifiestamente legendarios. por lo que no pue­
den considerarse como fuentes directas so­
bre la vida de Jesús ni sobre los orígenes
del cristianismo. (Aunque no puede descar­
tarse que algunas partes, no muchas cierta­
mente, de estos textos tuvieran como fondo
colecciones de tradiciones orales sobre Jesús
que no tuvieron la suerte de ser reconocidas
y aceptadas generalmente.)
Pese a ello, no puede negarse que los evan­
gelios apócrifos tuvieron gran trascendencia
para la historia de la teología, de la litmgia y
de la Iglesia en general. Así, algunos elemen­
tos de los apócrifos, como los relacionados
con laVirgen María, se integraron en la devo­
ción cristiana de épocas posteriores. Por otra
parte, su lectilla nos ilustra sobre la forma en
que se comprendió el cristianismo en los pri­
meros siglos de su historia, y en particular
la figura de Jesús, de la que los evangelios apó­
crifos ofrecen una imagen muy diferente a la
de los evangelios canónicos.
Se conservan en total unos cincuenta evan­
gelios apócrifos, que los estudiosos clasifi­
can de diversas formas: por su tendencia
teológica -como los evangelios gnósticos-,
por la etapa de la vida de Jesús -existen,
por ejemplo, evangelios de la natividad, de
la infancia o de la pasión de Cristo-, o por
algunos temas colaterales, como los apócri­
fos asuncionistas, que abordan la muerte
(o «dormición») de la Virgen.
EL CONOCIMIENTO SECRETO
Los evangelios gnósticos dibujan una figma
de Jesús muy distinta a la que aparece en el
resto de los evangelios apócrifos. Para los
seguidores de las corrientes gnósticas, la
salvación se obtenía no por la pasión y
la
muer­
te de Cristo en la cruz, sino por la fe y por el
conocimiento revelado (la
gnosis)
que Cristo
compartía con algunos escogidos. En los evan­
gelios gnósticos, Jesús aparecía como un ser
divino emanado de un Padre Trascendente,
que era enviado a la tierra con el fm de resca­
tar a los espíritus aprisionados en la mate­
ria, esto es, en la carne.
Entre los evangelios gnósticos destaca el
Evangelio
de Tomás
,
uno de los más antiguos -pue­
de datarse a mediados del siglo II-, que cons­
tituye un conglomerado de 114 dichos de Je­
sús. También puede mencionarse el
Evangelio
de Felipe,
una colección de sentencias teológi­
cas para ser utilizadas como catequesis sacra­
mental, o para un cierto rito de iniciación
bautismal de tipo gnóstico. Ambos se encon­
traron en 1945 en Nag Hammadi (Egipto),
dentro de una colección de 50 textos trans­
critos sobre 13 códices en papiro. Aunque es­
tos códices fueron copiados -y tal vez tradu­
cidos al copto- en el siglo IV, los originales
son textos griegos bastante más antiguos, pro­
bablemente de los siglos II
Y
III.
Otro evangelio de carácter gnóstico es el
Evangelio de
Judas, difundido en 2006, aunque
hallado unos años antes. Lo más llamativo de
este texto es el punto de vista peculiar acerca
del polémico compañero de Jesús, presenta­
do no como el traidor, sino como el discípu­
lo que mejor entendía al Maestro, un verda­
dero «conocedor», un gnóstico digno de las
revelaciones que Jesús no hizo a sus otros dis­
cípulos. Entre estas revelaciones destaca la de
la constitución del universo y la suerte futu­
ra de las almas. Al final del evangelio, Judas re­
cibe el encargo -gloriOSO y triste a la vez por­
que nadie será capaz de comprenderlo- de en­
tregar el cuerpo de Jesús a las autoridades
58 HISTORIA NA.TIONAL GEOGRAPHIC
Según el
Evangelio de
Pedro, Jesús
murió en la cruz
sin sentir dolor
alguno, después
de exclamar:
«Fuerza mía,
tú me has
abandonado»
judías para facilitar así la redención. El premio
de Judas será un lugar especial junto a la divi­
nidad cuando su alma sea elevada al cielo.
Dejando a un lado los evangelios ligados al
gnosticismo, uno de los apócrifos más anti­
guos y significativos es el Evangelio
de
Pedro, des­
cubierto en 1886. Está escrito en griego, y ya
hacia el año 190 era conocido por Serapión,
obispo de Antioquía. El texto comienza abrup­
tamente, lo que denota que sólo nos ha lle­
gado un fragmento. Entre otras cosas, se cuen­
ta cómo en el proceso de Jesús ninguno de
los judíos quería lavarse las manos, como hi­
zo Poncio Pilato, así como la previsora peti­
ción de José de Arimatea al mismo Pilato de
que le concediera el cuerpo de Jesús tras su
muerte. Luego se describe la crucifixión, con
dos importantes variantes respecto a los evan­
gelios canónicos: Jesús no parece sentir do­
lor alguno, y cuando estaba a punto de mo­
rir rompe su silencio y exclama: «¡Fuerza I1Úa,
fuerza mía,
me has abandonado!»
El Evangelio
de
Pedro describe también la resu­
rrección, cosa que ningún evangelio canóni­
co hace. Se añaden detalles tan curiosos co­
mo una cruz parlante que siguió a Jesús por
los aires cuando salió de la tumba. Al recibir
la noticia de la resurrección, Pilato ordenó
que no se publicara. Aquella misma mañana
María Magdalena acudió con sus amigas al
sepulcro; al encontrarlo vacío, un joven les
dio la noticia de la resurrección y las mujeres
huyeron aterrorizadas. Mientras tanto, los do­
ce disápulos, sumidos en la aflicción, volvie­
ron cada uno a su casa. El relato se interrum­
pe cuando probablemente se iba a narrar una
aparición de Jesús a Pedro en Galilea.
El Evangelio
de
Pedro llama la atención por su
deslizamiento hacia lo I1ÚtiCO y novelesco, así
como por su afán apologético, mucho más
acentuado que en los evangelios canónicos.
EL MILAGRO DE LA NATIVIDAD
A la misma época pertenece otro evangelio
apócrifo de gran riqueza narrativa. Su primer
editor moderno en
el
siglo XVI lo llamó Pro­
toevangelio
de
Santiago, aunque el manuscrito más
antiguo se titula Nacirrúento de María:
Revelación de
Santiago. El texto cuenta cómo dos ricos y an­
cianos personajes de Israel, Joaquín y Ana, tu­
vieron finalmente una hija por intervención
divina, a quien llamaron María. Cuando la pe­
queña tenía tres años, la llevaron alTemplo de
Jerusalén, donde se quedó sirviendo al Se­
ñor y fue alimentada por un ángel. A los do­
ce años los sacerdotes decidieron entregarla
por esposa a un viudo de Israel. Reunidos
todos los viudos, cada uno con una vara, ocu­
rrió que de la de José salió una paloma, por lo
que fue designado esposo de María.
José hubo de ausentarse por motivos de tra­
bajo, y entonces tuvo lugar la anunciación del
ángel y la promesa del nacimiento virginal.
A los seis meses, José volvió y encontró a
60 HISTORIA NATIONAL GEOGRAf' le
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