La Verdad es UnaGeoffrey A. Farthing
Geoffrey Farthing nos ha autorizado a reproducir este documento exclusivamente para fines puramente no comerciales.
En las Escrituras cristianas hay un pasaje en el que el rey Herodes pregunta a Jesús: ¿Qué es la Verdad? El no recibió ninguna respuesta, ya que muchísimo tiempo antes –de hecho desde siempre– hombres, filósofos y pensadores se la han estado preguntando. Tradicionalmente se hace una distinción entre verdad absoluta y relativa. Y "Verdad" se ha convertido en un sinónimo de "Realidad". La primera parte de este artículo contiene pensamientos que surgen de la información contenida en nuestra literatura teosófica. La segunda parte está compuesta de extractos de esa literatura: todo es de H.P. Blavatsky, de sus "Collected Writings" ("Obras completas"). Especialmente de un artículo del vol. IX: "¿Qué es la Verdad?" y algo del vol. XI "The Beacon Light of Truth" ("La Luz del Faro de la Verdad").
Se ha dicho que la Verdad es lo que existe. Esto es probablemente una perogrullada, pero descubrir "lo que existe" abre un extenso campo de investigación sobre lo objetivo y lo subjetivo. En nuestra literatura teosófica la historia del cosmos comienza con el ABSOLUTO. Este es el tema de la primera proposición fundamental de la D.S. [Doctrina Secreta]: "Está más allá del alcance y de las posibilidades del pensamiento", inexpresable por cualquier similitud porque eso lo limitaría. "Es un principio Omnipresente, Eterno, Ilimitado e Inmutable sobre el cual toda especulación es imposible...". Podemos dar por sentado que este ABSOLUTO siempre existe. Esto significa que es eterno, perpetuo y que constituye la absoluta Verdad o Realidad.
La segunda Proposición nos dice que de alguna manera, periódicamente, nuestro universo manifiesto viene a la existencia como una expiración de Brahma. Todo y cualquier cosa que puede que haya existido antes de esta expiración era Parabrahma, encerrado en un misterio que no se puede conocer.
Los procesos mediante los cuales el Cosmos comenzó, y en particular nuestra Tierra, están totalmente descritos en "La Doctrina Secreta". Leerla es estupendo porque nos dice cómo todo viene a la existencia –todo: desde átomos a mundos, incluyendo todos los seres de los cuatro reinos de la naturaleza– e incluso cómo llegan a ser lo que son. Esta última frase: "a ser lo que son", nos trae al presente. Ahora es una escena diferente de la original la cual estaba contenida en un estado de no-ser, eternamente en el ABSOLUTO, de un modo que no podemos imaginar. Ahora, sin embargo, el Cosmos y la Naturaleza están todo alrededor de nosotros, aquí y ahora, aunque todo sea temporal. Sobre este estado transitorio los sabios han dicho que es maya, ilusión, efímero, incluso insustancial; que sólo puede ser la verdad relativa. Únicamente el ABSOLUTO es la Verdad absoluta. No obstante, en cualquier momento, hay un Cosmos, ya sea pasivo o activo. Desde el punto de vista de lo que existe –o sea, el Absoluto– lo que se emana de éste existe, es, o al menos debe ser considerado en el momento presente como la realidad o verdad.
Cada período de existencia, de actividad, o Manvantara, es sucedido por un período de pasividad o descanso: Pralaya. Esta alternancia se aplica a toda la Naturaleza, a todo –lo grande y lo pequeño–, a todos los procesos, a todos los niveles. Todo es según la ley Universal. Cuando un Período de Manvantara ha acabado, un Pralaya comienza; lo que quiera que había previamente, ahora revierte a un estado pasivo, incluso inactivo. Este ciclo de alternar entre actividad y descanso, sin embargo es un ciclo completo. Es este entero ciclo el que es temporal. Esto quiere decir que incluso la condición praláyica tiene un tiempo límite y por lo tanto no puede ser realmente la realidad o verdad, y ciertamente no la absoluta. Periódicamente el ABSOLUTO emana de sí mismo estos ciclos de actividad y descanso, ellos no pueden tener ninguna otra fuente. Durante el período de descanso la experiencia ganada durante un período activo es asimilada, pues entonces no está sucediendo nada. Como ejemplo: nuestras vidas activas llegan a un fin, nos retiramos a un estado post-mortem donde las experiencias que tuvimos en vida son asimiladas, pasivamente. Estamos en un mundo de efectos, no de causas. Este estado post-mortem siendo temporal no es por lo tanto absoluto. Análogamente este proceso se aplica por todas partes en todo el Cosmos: desde átomos hasta incluso el Universo de universos. Un ciclo completo (o sea, ambos estados: el activo y el pasivo) es lo que en el momento presente existe. Por lo tanto, según nuestra definición, el ciclo es real o verdadero. Mientras que cada ciclo no puede estar durando eternamente, por el contrario ESO –del cual emanan los ciclos alternantes– es eterno y es reconocido como la Verdad o Realidad. Así que hay tres, no dos, aspectos de la verdad:
a) el Absoluto que no se puede conocer
b) la manifestación activa (Manvantara)
c) la manifestación inactiva (Pralaya)
Uno de los principios fundamentales de nuestras enseñanzas teosóficas es el proceso evolutivo. La existencia inmanifiesta tiene dos aspectos: inactividad y actividad latente. La manifestación activa también tiene 2 aspectos: forma y consciencia. Todas las formas son el conjunto de vida menores. La enseñanza teosófica dice que toda vida tiene forma y consciencia ("siente") además de memoria y voluntad. Esto se aplica por muy pequeño que sea el ser, incluso en lo más pequeño, a lo que nos referimos como átomos de vida (no átomos físicos) que son no sólo infinitamente pequeños a nivel físico sino que además existen en planos no físicos. Por ejemplo, ellos se unen para formar los "Elementales": las fuerzas de vida de la naturaleza. Ellos además se unen para convertirse en las formas de vida en todas sus variedades, como las conocemos. Cada uno de ellos tiene una consciencia según su desarrollo evolutivo. El límite de este desarrollo en nuestra Tierra física lo tiene el hombre, que es único entre todas las especies y que ha obtenido la auto-consciencia. El significado de esto es que, aunque todo el proceso evolutivo pueda ser considerado como temporal y por lo tanto ilusorio, es el único medio de la Naturaleza para generar y desarrollar no sólo consciencia como tal, sino también auto-consciencia. Estos son los únicos medios a través de los cuales el hombre y presumiblemente un ser post-humano pueden llegar a ser conscientes de sí mismos –además de lo que les rodea, por supuesto–. Sin estos períodos de manifestación "mayávica" el proceso cósmico entero sería estéril; en efecto no habría ningún proceso. En cierto modo lo que quiera que existe durante el Manvantara, aunque temporal, debe ser real y por lo tanto verdadero. Esto se aplica igualmente a los períodos de descanso o Pralaya.
En la naturaleza de las cosas la consciencia es omnipresente. Llega a manifestarse individualmente solamente a través de un vehículo, es decir algo temporal. De este modo la consciencia es también temporal pero es innata en todo el proceso cósmico. La consciencia es una fuerza motriz que se equipara a la vida y en última instancia al Espíritu –ambos temporales en la existencia manifiesta–. Sin embargo ellos son en el momento presente "reales" y por lo tanto verdaderos.
Esta consciencia o vida, aunque no absoluta, es un aspecto esencial del proceso cósmico total sin el cual no existiría "nada" nunca. No obstante el Absoluto, aunque está más allá del "alcance y de las posibilidades del pensamiento" debe ser potencialmente ese último estado donde intrínsicamente están la absoluta consciencia y todos los otros aspectos y atributos de la vida.
Por lógica tiene que contener algo que se relaciona con el tiempo y que es responsable de las manifestaciones periódicas a través de las cuales llega a existir todo lo que ha existido durante un ciclo de Manvantara/Pralaya. Debe haber algo potencial que contenga todo. Metafísicamente a esto nos podríamos referir como el ABSOLUTO que TODO-lo-contiene. El proceso de cómo viene y se desarrolla es la Ley Universal en acción. Esta Ley nunca deja de existir.
El ABSOLUTO puede que no tenga ningún significado para nuestra mente racional, pero algo no puede venir de nada, ¡incluso si esa NADA está en un estado de NO-SER! Es la SEIDAD de la primera proposición fundamental.
Lo importante de este análisis es mostrar que, como todo proviene de la misma fuente (el ABSOLUTO) que puede que sea nada o no-existencia, pero ciertamente no es "nada" o de lo contrario nada podría salir de él. Por lo tanto lo que quiera que sea, existe siempre así dentro del "componente" cíclico del Absoluto. Es potencialmente ambos: subjetivo (es decir de espíritu y conciencia) y objetivo (es decir, relacionado a la forma o a los vehículos de la conciencia). Todos éstos, sin embargo, están dentro de la Eterna EXISTENCIA, lo que quiera que ella sea. Y por lo tanto son dignos del nombre "Verdad". La Manifestación, el Pralaya o lo Eterno, todos son Uno y por lo tanto es la Verdad.
No importa lo que uno pueda estudiar de la D.S., pues tienes que dejar entrar en tu mente las siguientes ideas básicas para pensar sobre ellas: "La Unidad Fundamental de toda Existencia...", la existencia es UNA... Fundamentalmente hay UN SER. El SER tiene dos aspectos: positivo y negativo. El positivo es Espíritu o CONSCIENCIA. El negativo es SUBSTANCIA, que es dependiente de la consciencia. Este Ser es el Absoluto en su primaria manifestación. Siendo absoluto no hay nada fuera de él. Es TODO-SER... Por lo tanto queda claro que esta fundamental EXISTENCIA UNA o Ser Absoluto debe ser la REALIDAD en toda forma que haya. (Notas de Bowen, 8).
Aparte de estos pensamientos filosóficos sobre la Verdad, hay una total nueva dimensión ya que se aplica a nosotros mismos y a nuestra conciencia individual. En relación a esto tenemos que recordar que en nuestro ser total reflejamos la naturaleza entera.
El Hombre es el Microcosmos. Por este motivo, entonces todas las jerarquías de los cielos existen dentro de él. Pero en verdad no existe ni el Macrocosmos ni el Microcosmos sino la EXISTENCIA UNA. Grande y pequeño son así, únicamente cuando son vistos por una conciencia limitada. (Notas de Bowen, 9-10).
En el vol. IX de las Obras Completas, dentro del artículo "¿Qué es la Verdad?" viene lo siguiente:
El más grande adepto viviente sólo puede revelar de la Verdad Universal tanto como la mente que él está influenciando puede asimilar y no más... Dependiendo de cuán elevada esté nuestra conciencia hacia la verdad absoluta, así nosotros los hombres la asimilaremos en mayor o en menor grado... Todavía cada uno de nosotros puede relativamente alcanzar el Sol de la Verdad –incluso en esta Tierra– y asimilar sus más cálidos y directos rayos... En el plano físico podemos usar nuestro polariscopio mental (instrumento para mostrar fenómenos de luz polarizada); y, analizando las propiedades de cada rayo, escogemos el más puro. En el plano de la espiritualidad, para alcanzar el Sol de la Verdad debemos trabajar totalmente en serio para el desarrollo de nuestra naturaleza superior... una vez despierta... los sentidos y percepciones espirituales más elevados aumentan en nosotros y nuestro "hombre divino" se desarrolla en igual medida... La verdad absoluta no está sobre la Tierra y tiene que ser buscada en regiones superiores...
Todos nosotros estamos en diferentes etapas de desarrollo. Para muchos de nosotros comprender las octavas superiores de la Verdad está bastante más allá de nuestras posibilidades. Incluso H.P.B. cuando estaba tratando los más elevados y abstrusos temas no pudo resistirse a algo de humor. Aquí hay un ejemplo:
Volviendo a nuestro tema, aunque es lógico para muchos de nosotros que "la verdad abstracta general es la más preciosa de todas las bendiciones"... Mientras tanto tenemos que contentarnos con verdades relativas. De hecho, realmente somos un conjunto de pobres mortales que en el mejor de los casos estamos temerosos incluso ante una verdad relativa para que no nos devore a nosotros mismos y a nuestras insignificantes ideas preconcebidas al mismo tiempo que a nosotros. En lo que a una verdad absoluta se refiere, la mayor parte de nosotros somos incapaces de verla como si pretendiéramos ir a la luna en bicicleta...
El hombre físico, limitado e impedido por todas partes por ilusiones, no puede alcanzar la verdad mediante la luz de sus percepciones terrestres, nosotros decimos: desarrolla en ti el conocimiento interior. Desde la época cuando el oráculo de Delfos dijo al consultante: "Hombre, conócete a ti mismo". Ni más grande ni más importante verdad jamás ha sido enseñada. Sin tal percepción el hombre permanecería siempre ciego incluso a una verdad relativa (y eso sin hablar de la absoluta). El hombre tiene que conocerse a sí mismo, es decir adquirir las percepciones internas que nunca engañan antes de que el pueda entender a fondo cualquier verdad absoluta. La verdad absoluta es el símbolo de la Eternidad y ninguna mente finita puede nunca comprender lo eterno, por lo tanto nunca ninguna verdad entera puede aproximarse a ella. Para alcanzar el estado en el que el hombre la ve y la siente tenemos que paralizar los sentidos del hombre externo: el de barro. [Una primera cosa imprescindible es] el amor a la verdad por ser la verdad, porque de otra manera no tendremos ningún entendimiento de ella.
Salvo cuando el Hombre es uno con la MENTE UNIVERSAL que es cuando está en un estado de mente altamente espiritual y elevado, salvo entonces, él no puede conseguir nada en la tierra salvo verdad o verdades relativas sacadas de la filosofía o religión (no importa cuál de ellas sea). Incluso si la diosa que mora en el fondo del pozo fuese a repartirla desde su lugar de reclusión, ella no podría dar al hombre más de lo que él puede asimilar. Mientras tanto, todos pueden sentarse cerca de ese pozo –cuyo nombre es CONOCIMIENTO– mirar fijamente en sus profundidades con la esperanza de ver en las oscuras aguas al menos la imagen justa de la Verdad reflejada. Sin embargo esto, como hizo notar Ritcher, presenta un cierto peligro. Por supuesto que puede que alguna verdad sea ocasionalmente reflejada (en el punto donde estamos mirando fijamente –como en un espejo–): y así recompensar al estudioso que tiene paciencia. Pero el pensador alemán añade: "Me he enterado de que algunos filósofos mientras buscaban la Verdad, para rendirle homenaje, han visto la imagen de ellos mismos en el agua (la cual han adorado en lugar de ella)".
Para evitar tal calamidad –la cual le ha sucedido a todo fundador de religión o escuela filosófica–, los editores son muy cuidadosos en no ofrecer al lector solamente aquellas verdades que ellos encontrarán reflejadas en sus propios cerebros personales. Ellos ofrecen al público una amplia selección y rehúsan mostrar fanatismo e intolerancia que son las principales marcas del sectarismo. Pero dejando el margen más amplio posible para la comparación, nuestros opositores no pueden esperar encontrar sus caras reflejadas en las claras aguas de nuestra "Lucifer", sin comentarios ni justa crítica sobre los más prominentes de nuestros artículos publicados en ella, sino en contraste con nuestra visión teosófica.
Sin embargo esto únicamente bajo la forma de una revista pública y sólo tan lejos como el aspecto meramente intelectual de las verdades filosóficas. En relación a lo espiritual más profundo, uno puede casi decir creencias religiosas, ningún verdadero teósofo debería degradar esto discutiéndolo en público, sino más debería atesorarlo y esconderlo profundamente dentro del santuario de su alma más íntima. Tales creencias y doctrinas nunca deberían ser comunicadas imprudentemente, ya que ellas corren el riesgo de inevitable profanación por el indiferente y el crítico al tratarlas descuidadamente. Ni deberían ser expresadas en ninguna publicación excepto como hipótesis ofrecidas a la consideración de pensadores del público. Las verdades teosóficas, cuando trascienden un cierto límite de especulación se haría mejor en mantenerlas ocultas de la vista pública, ya que la "evidencia de cosas que no se ven" no es ninguna evidencia salvo a los que las ven, las oyen y las sienten. No debe ser arrastrado fuera del "Sancta Sanctórum": el templo del impersonal Ego divino o del Yo interno. Ya que, mientras que todo hecho que no percibamos con él puede –como hemos mostrado– ser como mucho una verdad relativa, un rayo de la verdad absoluta puede reflejarse a sí misma únicamente en el puro espejo de su propia llama: nuestra CONCIENCIA ESPIRITUAL más elevada. ¿Y cómo puede la oscuridad (de la ilusión) comprender la LUZ que brilla dentro de él?
De "Collected Writings" ["Obras completas"], Vol. XI, 249:
Felices son los que permanecen ciegos a estas luces decepcionantes, más felices todavía los que nunca desvían sus ojos de la única verdadera luz del faro cuya eterna llama arde en soledad en las profundidades de las aguas de la Ciencia Sagrada. Numerosos son los peregrinos que desean entrar en esas aguas; muy pocos son los robustos nadadores que alcanzan el Faro. El que llega allí deja de ser un número y se convierte en todos los números. El tiene que haber olvidado la ilusión de la separatividad, y aceptar únicamente la verdad de la individualidad colectiva. [La ilusión de la personalidad, de un ego separado, situado en primer plano debido a que somos egocéntricos. En una palabra, es necesario asimilar toda la humanidad, vivir por ella, para ella y en ella; dicho de otra forma, dejar de ser "uno" y llegar a ser "todo" o el total]. El debe mirar con los oídos, escuchar con los ojos [una expresión védica: los sentidos, incluyendo los dos sentidos místicos, son siete en ocultismo. Pero un iniciado no debe separar estos sentidos uno del otro, no más de lo que él separa su unidad con la Humanidad. Cada uno de estos sentidos contienen todos los otros], él debe entender el lenguaje del arco iris y haber concentrado en su séptimo sentido sus seis sentidos [Simbología de los colores. El lenguaje del prisma cuyos “siete colores madre tienen cada uno siete hijos", es decir 49 tonalidades o "hijos" entre los siete, los cuales son muchas letras de caracteres alfabéticos. Por lo tanto, el lenguaje de los colores tiene 56 letras para el iniciado (que no debe ser confundido con un adepto, véase mi artículo "A Danger Signal" ["Una señal de peligro"]). De estas letras, cada septenario es absorbido por los colores madre, del mismo modo cada uno de los siete colores madre es finalmente absorbido en el rayo blanco, la Divina Unidad representada por estos colores].
La "luz del faro" de la Verdad es la naturaleza sin el velo ilusorio de los sentidos. Sólo puede ser alcanzada cuando el adepto ha logrado dominar perfectamente su ser personal, capaz de controlar todos sus sentidos psíquicos y físicos con la ayuda de su "séptimo sentido" gracias al cual él tiene el don de la verdadera sabiduría de los dioses.
Theosophia
Nosotros hemos entrado ahora en el reino del Misticismo (o de la Ciencia Oculta) porque es allí –y sólo allí– donde la Verdad mora. ¡No es de extrañar que Jesús no respondiera al Rey Herodes!
Artículo aparecido en "The Theosophist" (de Febrero de 2003).
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AnnLea