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Profecías anticapitalistas

Anónimo 1974

 

 

 

1. Contra los jueces corruptos

 

Ay de mí, que ya no puedo hablar con palabras.

Se cansaron de taparse los oídos con los dedos

y pudrieron todas las palabras,

para oír tranquilos ellos

y que los pobres no comprendamos.

Porque yo digo: JUSTICIA, JUSTICIA, JUSTICIA.

Y no hay quien entienda.

 

Ay de los Palacios de Justicia!

Allí la encerraron, la pisotearon, la violaron, la mataron.

Y en su lugar sentaron una puta de su familia

que tapa todos sus robos y asesinatos y machaca a los pobres.

Y ahora justicia es asegurar para siempre la desigualdad,

la rapiña, la dominación, el abuso y la impunidad...

Todo el santo día nos ajustician con su justicia,

nos trituran en los mecanismos de sus leyes clasistas,

en las alambradas con las que defienden su posición.

 

¿Cómo voy a decir en este mundo la palabra

que Dios es un Dios de JUSTICIA?

Los pobres, en vez de alegrarse, se entristecen,

porque piensan que mi Dios es uno de ellos,

que da a cada uno lo suyo para perpetuar la desigualdad.

 

¿Cómo pagarán ustedes su desvergüenza?

Hacen bien en taparse con togas negras

para que no se huela su podredumbre,

jueces vendidos al poderoso,

acostumbrados a la jaula por el alpiste,

cuervos de la opresión del pueblo,

sinvergüenzas.

 

Han  torcido ustedes el derecho,

lo han adulterado en asignaturas podridas,

en leyes como garras,

en arma de dominación y de injusticia,

y así han hecho difícil el conocimiento de Dios.

 

Por eso Dios se vengará

y manifestará su justicia destruyendo la de ustedes.

Se hundirán los sillones forrados

y se quedarán ustedes de culo en el suelo, enredados en sus togas,

sin poder huir ante la justicia verdadera.

Porque Dios defiende al despojado, al explotado, al oprimido

y le dan asco los poderosos, los acaparadores, los explotadores.

Romperé las leyes de ustedes, sus títulos de propiedad, sus sentencias injustas.

con las que oprimían al pueblo y halagaban a los fuertes.

No les valdrán juramentos ni crucifijos, ujieres ni alguaciles.

Todos les señalarán con el dedo.

 

Porque Dios actúa a nuestro favor.

Su JUSTICIA es la defensa del que ustedes han machacado

y la destrucción de los que les daban bien de comer

para que los defendieran.

 

 

2. Contra los opulentos

 

¿Cómo pueden ustedes, los opulentos, hablar de Dios?

¿Como pueden ustedes saber de Dios? ¿Cómo van a poder conocer a Dios?

 

Se sientan tranquilos en sus casas,

porque hay una cruz y un cuadro de María en la pared.

Y van a Misa y escuchan,

y vienen a casa y leen,

y se quedan tranquilos diciendo:

Conozco a Dios.

 

Yo les digo: ¿Cómo pueden ustedes conocer a Dios?

¿Qué es eso que ustedes  conocen

y meten en una caja, en un libro, en un tiempo libre,

como un trasto más, necesario para vivir tranquilos?

 

No conocen a Dios. Conocen mierda.

Ese Dios suyo es el dios en el que se cagan todos los pobres del mundo.

¿Cómo van a conocer a Dios desde la injusticia,

si mi Dios es justicia y derecho para el pobre?

¿Cómo van a conocer a Dios desde su explotación,

si mi Dios es el grito y el clamor de todos los explotados de la tierra?

¿Cómo van a conocer a Dios desde su abundancia injusta,

si mi Dios es el que les expropiará a ustedes y les dejará sin nada

para repartirlo entre los oprimidos del mundo?

 

No conocen ustedes a Dios.

Ni le han  conocido ni le conocerán cuando yo rompa sus puertas y cerrojos

y abra las cajas fuertes donde amontonaban su injusticia para repartir.

He aquí que ustedes pagan su policía contra Dios,

que pagan sus jueces contra Dios,

que levantan sus cárceles contra Dios,

que arman sus ejércitos contra Dios

para perpetuar la desigualdad sobre la tierra.

 

La tierra es ahora de ustedes, magnates poderosos.

En ella han  puesto sus carteles, sus alambradas, sus “se prohíbe el paso”.

Pero Dios no es propiedad de ustedes.

Solo tienen ustedes  ídolos, semejanzas falsas,

representaciones equivocadas.

Mi Dios es de los pobres, de los explotados de la tierra,

y se manifiesta en el ansia de justicia de los pobres del mundo,

y su solo nombre, el nombre verdadero,

les hará temblar el día de la nivelación.

 

 

3. Contra la Iglesia aburguesada

 

¡Ay de ti, madre mía, Iglesia de Dios!

¿Cómo te has prostituido así?

Miro tus casas hermosas y grandes,

miro tus vestidos preciosos,

tus joyas, tus riquezas, tus posesiones.

¿No sabes que a tu esposo lo mataron

los mismos que vienen a acostarse contigo

para que bendigas sus rapiñas?

¿Qué papel hace en las fiestas de sociedad

la mujer de un hombre muerto por la justicia de este mundo?

¿Cómo has perdido lo subversivo?

¿Cómo ya no eres peligrosa para este mundo injusto?

 

Tú que vivías en cuevas y desiertos,

hacías tus reuniones en cementerios,

bajo tierra,

y eras perseguida con toda razón por los fuertes de este mundo,

ahora vives en grandes casas,

con las puertas abiertas

Los poderosos se acuestan contigo

a la luz del día,

ante los ojos de los pobres.

 

Nadie te cree.

Te has hecho fabrica de palabras sin sentido

que los poderosos aceptan complacidos

porque no significan nada,

y que los pobres no entienden

aunque saben que no son salvación ni justicia,

ni esperanza para ellos.

 

Te sentaste sobre la injusticia

y no puedes levantarte para ver.

Eres como un cartel borrado por el viento

que indica una dirección que ya no existe.

En ti está la opresión, la explotación,

la posesión de cosas, el abuso de niños,

la compra de mano de obra, la acumulación, la riqueza.

¿Cómo se van a acercar los pobres a ti,

que bendices y acaricias a los que los estrujan?

¿De qué te sirven tus dogmas, tus bulas,

tus libracos, tus historias, tus monumentos,

si te has olvidado que Dios es la liberación del pobre?

 

Tus amantes te olvidarán y te dejarán sola

y tus hijos te tendrán que corregir

de forma que entiendas.

 

 

4. Dónde está Dios

 

Hay quien dice hoy: ¿Cómo conoceremos a Dios?

¿Dónde lo encontraremos?

¿Quien nos dará la señal?

 

No está en las nubes, ni en las estrellas,

ni en los templos, ni en los libros,

ni en la soledad ni en el desierto.

Mi Dios aparece en la lucha de los oprimidos de la tierra.

 

Se abre paso a través de los siglos

luchando por el pobre y el explotado

en cada época.

Y no le conocieron.

Es mas. Lo combatieron, lo machacaron.

Con su justicia opresora lo condenaron una vez

y mil veces.

Siempre. Para perpetuar la explotación.

 

Mi Dios se manifiesta en el esclavo que rompe sus cadenas,

en el  siervo que rompe el yugo de su señor,

en el obrero que hace cara a su patrón,

en el pueblo de pobres que luchan por la liberación

en el ansia de los que quieren nivelar la tierra.

 

Búsquenlo en las cárceles,

en los barrios obreros,

en las fábricas en huelga,

en la indignación del minero,

en el banquillo de los acusados por el Tribunal de Orden Publico,

bajo las porras de la policía,

en las manifestaciones,

en la lucha,

en el rosario de ajusticiados de la historia.

 

Esta es la señal.

Y no hay que buscar mucho.

Está pasando a tu lado

cada día,

cada hora.

 

 

5. Los injustos

 

He aquí los injustos,

los amos de la tierra, los panzones, los explotadores,

los rapaces amontonadores de la riqueza de todos.

Los que atropellan al débil,

los que practican la violencia,

los asesinos de los pobres y de los que levantan la voz.

Los que adornan sus postres dejando a miles sin comer...

Son los dueños de todo,

las gentes de este desorden organizado,

al que llaman paz y tranquilidad

para seguir robando a manos llenas.

Los sanguinarios, los opresores,

que avanzan por el mundo como tanques

machacando y despojando.

 

En el mundo se dice y se piensa

lo que ellos mandan.

Se sabe solo lo que ellos quieren.

Se aprende en las escuelas lo que les interesa

para mantenerse sentados sobre todos.

Han engañado siempre.

Viven de la mentira. Son falsos e hipócritas.

Y con sus cantos embaucan al pobre

para seguir explotándole.

Astutos para aparecer siempre con razón,

falseando la verdad.

Engañadores sempiternos

con sus periódicos, sus radios, su televisión,

sus agencias de noticias, su Internet,

su cultura, su historia...

 

Todo lo han comprado con el dinero que han robado al pueblo,

para que nada ni nadie

pueda conmover su corazón sin misericordia.

 

En sus manos sangrientas está la tierra:

se la reparten

como se reparten los niños un montón de cromos.

Mírenlos, sentados en sus sillones:

un telefonazo y miles de personas morirán de hambre,

porque hay que vender caro

y los negocios son los negocios.

 

No merecen ustedes compasión.

Cuando los hagan caer, todos los pobres se alegrarán

y respirará la tierra

que les sacudirán a ustedes de sus hombros

como quien sacude la caspa.

Y nadie ni nunca se acordará bien de ustedes .

Porque son no-hombres,

fieras sin entrañas,

ajusticiadores de los justos,

verdugos de los inocentes,

frenos de la historia,

portadores de la muerte-para-siempre,

vergüenza del mundo,

víboras venenosas.

Y serán ustedes aplastados como quien aplasta una víbora,

sin lástima ni compasión,

porque han quitado un peligro sobre la tierra.

 

Y no digan: ¿Dónde están?

o ¿Quiénes son esos injustos?

Son ustedes , los acaparadores de las riquezas del mundo,

los grandes banqueros, los amos de las grandes empresas,

los monopolizadores del petróleo, del hierro, del carbón, del cobre,

de los productos químicos, de las cosas de comer...

Son ustedes, los que compran a los hombres para que trabajen para ustedes ,

y luego les venden cien veces más caro lo que ellos mismos han hecho.

 

¿No es esto robo sangriento?

¿No matan ustedes a todo el que se rebela contra esa monstruosidad?

¿No pagan ustedes a jueces y policías

para que metan en la cárcel al que no entre por el aro?

¿No azuzan ustedes las guerras entre los pobres

para venderles sus armas

que nos han  hecho fabricar a la fuerza para no morirnos de hambre?

¿No son ustedes  los que han  hecho de la tierra una casa de prostitución?

 

No digan: ¿Dónde están?

o              ¿Quiénes son esos injustos?

El pueblo oprimido y explotado

sabe que son ustedes

y no fallará su golpe el día de la justicia.

Vendrá y no tardará,

 

 

6. Historia de los pobres

 

Los pobres vamos por la historia

con nuestros muertos a cuestas.

Mataron a los que pedían agua.

Mataron a los que pedían aire.

Mataron a los que pedían pan.

Mataron a los que pedían justicia.

Mataron a los que pedían liberación.

Mataron a los que abrieron la boca.

Mataron a los que se daban cuenta.

Mataron a los que movían sus manos

echando el nivel a la tierra,

 

Mil veces han matado a Dios,

lo              han condenado mil veces con sus juicios injustos,

y están dispuestos a condenarlo y matarlo

todas las veces que haga falta.

¡Cuánto dolor y muerte

para dar a luz a la justicia y el derecho en esta tierra!

Por eso muchos se cansan

y nos dicen: ¡Están ustedes locos! ¡Es imposible!

 

Pero nosotros lo sabemos,

lo palpamos, estamos seguros.

Miramos a la historia y nos dice: ¡Es por ahí!

Pegamos el oído a la tierra y escuchamos: ¡Ya viene!

Es aquí, en esta tierra

donde florecerá el derecho y se abrirá la justicia,

donde reinarán los pobres de la tierra,

donde se enterrarán todos los fusiles

y estarán abiertas las puertas y los corazones.

 

¡Ay del que se queda mano sobre mano,

sin luchar contra la injusticia,

mirando al cielo!

 

Los pobres vamos por el mundo

con nuestros muertos a cuestas

para que cuando llegue el día (y ya viene)

...

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