Dr. Jekyll & Sister Hyde (Roy Ward Baker, 1971) [Esculpiendoeltiempo.com].pdf

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El Dr. Jekyll y su hermana Hyde (Dr. Jekyll and Sister
Hyde, 1971), de Roy Ward Baker. – Esculpiendo el tiempo
2.0
Fuente de la captura:
El Dr. Jekyll y su hermana Hyde (Dr. Jekyll and Sister Hyde, 1971), de Roy Ward Baker. –
Esculpiendo el tiempo 2.0
El Dr. Jekyll y su hermana Hyde (Dr. Jekyll and
Sister Hyde, 1971), de Roy Ward Baker.
“Y si soy el mayor de los pecadores, soy también la mayor de las víctimas”.
(El
extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert
Louis Stevenson).
Londres, siglo XIX. El doctor Jekyll (Ralph Bates) anda enfrascado en unos experimentos que le permitan
descubrir el elixir de la vida. Para ello utiliza hormonas femeninas que consigue de cadáveres recientes. La
fórmula resultante parece exitosa, de no ser por el inconveniente de que lo convierte en una hermosa mujer, la
señorita Hyde (Martine Beswick). Pronto se establece una lucha sin cuartel entre las dos personalidades por el
control de la una sobre la otra.
¿Qué se podría obtener si mezclamos la novela
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde,
las fechorías de los
célebres ladrones de cuerpos Burke y Hare, un caso de transexualidad y los truculentos asesinatos de Jack el
Destripador? El resultado de tan demencial combinación no es otro que
Dr. Jekyll and Sister Hyde,
una de las
más fascinantes, logradas y extravagantes películas jamás salidas de los míticos estudios Hammer.
A comienzos de la década de los setenta, la productora del martillo había entrado en una fase de decadencia
caracterizada por la falta de ideas y el énfasis cada vez mayor que las producciones ponían en los componentes
sexuales de sus historias. Pese a ello, en ese contexto encontramos varias cintas que merecen ser resaltadas por
méritos propios, como
Las manos del destripador
(Hands
of the Ripper,
1971), de Peter Sasdy; Sangre
en la
tumba de la momia
(Blood
from the Mummy’s Tomb,
1971), de Seth Holt; Capitán
Kronos, cazador de vampiros
(Captain
Kronos, Vampire Hunter,
1973), de Brian Clemens y, muy especialmente, la obra que ahora nos ocupa:
un brillantísimo pastiche que se eleva hasta cotas de calidad y complejidad inesperadas, gracias al original
guión de Brian Clemens y a la elegancia y el buen hacer en la dirección de Roy Ward Baker.
Uno de los mayores aciertos del presente filme, es la forma en la que enriquece la ya tradicional reflexión moral
de Stevenson acerca de la dualidad del ser humano, con aspectos que se refieren a la identidad sexual del
individuo. Aquí Jekyll no sólo debe decidirse entre hacer el bien o hacer el mal, sino que también se debate
entre ser un hombre o ser una mujer. La fórmula hallada libera tanto su conducta como su sexualidad, lo que la
hace tremendamente adictiva dada su condición de homosexual reprimido. Transformarse en Hyde supone,
por tanto, un mayor acercamiento a su naturaleza primigenia y una sublimación de sus deseos más ocultos.
El director opta por la sugerencia frente a la explicitud, mostrando los asesinatos de Jekyll/Hyde mediante el
uso de sombras, el fuera de campo o aprovechando la oscuridad que le proporcionan los rincones de un
neblinoso y magníficamente recreado barrio de Whitechapel.
En la elección del reparto se tuvo muy en cuenta que el actor y la actriz protagonistas guardasen cierto parecido
físico, puesto que ambos encarnaban a un mismo personaje. La decisión al respecto no pudo ser más
adecuada, ya que Ralph Bates está soberbio como el atormentado doctor, mientras que la sensual Martine
Beswick (antigua chica Bond) cumple a la perfección su cometido de animal erótico.
La espléndida partitura de David Whitaker y la gran fotografía (muy hammeriana) de Norman Warwick, son
otros de los aspectos de la película que merecen ser resaltados.
Entre las secuencias que conforman esta desbordante fantasía terrorífica, me quedo, sin duda, con la primera
conversión de Jekyll (él) en Hyde (ella) frente a un espejo, y la posterior y deleitosa exploración ante el mismo
de su nueva fisonomía.
Nota:
8/10
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Roy Ward Baker
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