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HIGHLY DANGEROUS (1950, Roy Ward Baker) Armas secretas | CINEMA DE PERRA
GORDA
Captura Web
HIGHLY DANGEROUS (1950, Roy Ward Baker) Armas secretas
Pocas filmografías son más curiosas como las del británico Roy Ward Baker (1916 – 2010). Londinense de nacimiento y
fallecimiento, desarrolló en Estados Unidos una nada desdeñable andadura, en donde demostró sus dotes como competente
artesano, al tiempo que combinaba su obra con otros títulos firmados en su país natal, donde finalmente se estableció,
integrándose de manera intensa en el ámbito televisivo. Pero sin duda su capítulo filmográfico más conocido sea la vinculación
a Hammer Films, en donde firmó realmente de todo. Desde las más bien olvidables
SCARS OF DRACULA
(Las cicatrices de
Drácula, 1070) o
THE LEGEND OF THE 7 GOLDEN VAMPIRES
(Kung-Fu contra los siete vampiros de oro, 1974) –aunque
se que tiene sus defensores-, hasta firmar –bajo mi punto de vista- una de las cimas del cine de horror de todos los tiempos con
QUATERMASS AND THE PIT
(¿Qué sucedió entonces?, 1967), sin olvidar su poco estimulante paso por
Amicus Films.
En
definitiva, su obra es tan desconcertante como plausible en sus mejores momentos más álgidos, siendo imposible detectar en
ella rasgos de fuerte personalidad visual y temática, aunque ello no impida atisbar en líneas generales la competencia del buen
artesano, que en ocasiones llega a convertirse en inspirado hombre de cine.
Dicho esto
HIGHLY DANGEROUS
(Armas secretas, 1950) supone una muestra más de ese nivel medio, apreciable, en el que el
entonces simplemente denominado Roy Baker, acometió esta simpática comedia de aventuras y suspense de clara resonancias
hitchcockianas, y cuya esencia nos puede remitir a posteriores ejemplos canónicos, como
NORTH BY NORWEST
(Con la
muerte en los talones, 1959) del propio Hitchcock, o la mismísima
CHARADE
(Charada, 1963. Stanley Donen). Sin embargo,
son mucho más modestas sus pretensiones –y resultados-, al tiempo que la propia presencia de Margaret Lookwood al frente del
reparto, y la presencia de un fragmento desarrollado en ferrocarril, bien podría remitirnos a una de las mejores –y la última-
película filmada por Hitchcock en Inglaterra en la década de los años treinta –me refiero a
THE LADY VANISHES
(La dama del
expreso, 1938)-, así como la de Eric Ambler como guionista, sin duda nos conduce a un terreno bastante familiar para todos
aquellos que hayan leído sus novelas y –como es mi caso-, contemplado no pocas de sus adaptaciones para la pantalla. Es por
ello que en sus mejores momentos,
HIGHLY DANGEROUS
adquiera esa espesura dramática, centrada siempre en países
fronterizos –en esta ocasión la acción se plantea en un hipotético país del ámbito comunista-, en donde los servicios secretos
británicos se encuentran representados por Mr. Hedgerley (el siempre estupendo Naunton Wayne). Allí detectan que se están
realizando unos cultivos con insectos con los que podrían crear una plaga de incalculables consecuencias. Debido a ello,
intentará reclutar a Frances Gray (la Lookwood, conservando una clase y belleza sorprendente), una joven y prestigiosa
entomóloga a la que convencerá contra todo pronóstico válido, enviándola a una misión que, como suele suceder en estos casos,
no solo solventará con éxito, sino que servirá como catalizadora de su futuro vital.
En realidad, nadie puede pretender que con el film de Baker suponga más que una eficaz comedia que entremezcla la aventura
y el suspense. Un producto de consumo elaborado, eso sí, con materiales si no nobles, al menos revestidos de la suficiente
solvencia profesional e, incluso en ocasiones, cierto grado de inspiración. Ese elemento de suspense tendrá lugar ya en las
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y
secuencias desarrolladas en el traslado en ferrocarril por parte de la protagonista, que tendrá como inesperado compañero de
vagón a un extraño individuo, que pronto se revelará como el comandante Anton Razinski (estupendo Marius Goring con su
siniestra caracterización). Este ya en el vagón observará un bolso oculto en el que detectará las armas –un microscopio-,
descubriendo con sutileza el objetivo de Frances, que incluso ha modificado su nombre para introducirse en dicho país. La
situación se irá convirtiendo cada vez más tensa, cuando el contacto con el que tenía que realizar la misión –recoger muestras
de esos cultivos de insectos que se encuentran en una planta muy vigilada en un bosque-, es asesinado –en un momento
magnífico, encuadrando los pies del criminal, que poco después descubriremos se trata de uno de los hombres de Razinski-.
Advertida dicha ausencia, Frances se verá sola y perdida en medio de un contexto hostil –que sin ser especialmente realzado en
dicho peligro, sí que mantiene ese cierto grado turbio consustancial a las producciones británicas de las mismas características,
y también símiles al mundo propuesto en la pantalla por Ambler. Será el instante en el que la protagonista trabará contacto con
un periodista norteamericano –Bill Casey (ese siempre eficaz actor que fue Dane Clark)-, quien se convertirá en su único
asidero a la hora de poder alcanzar la misión encomendada. Establecido el encuentro de la inevitable pareja que se precie en
todas las producciones de estas características,
HIGHLY DANGEROUS
discurre con tanta ligereza como eficacia, con tanto
previsibilidad como sentido del ritmo. Es más, a partir de dicho encuentro, la película se inclinará más por el sendero de la
comedia de personajes, centrando su discurrir a través de las aventuras que vivirán Billy y la investigadora, hasta que cuando
llegado el momento, esta apenas disponga de veinticuatro horas para salir del país y tenga que cumplir el objetivo de su misión.
Será este un fragmento atractivo, quizá no demasiado definido en el grado de suspense, pero sí combinado en sus elementos de
distanciación –ese incendio provocado por la protagonista para disuadir el atosigamiento de los vigilantes-, un tempo narrativo
notable, y una utilización de los espacios interiores donde se ubican los insectos cultivados en una especie de naves.
Poco más ofrece esta muestra de cine de consumo urdido con mimbres revestidos de competencia, en el que no se ausentará el
apunte irónico en los últimos minutos, cuando el cónsul británico (Wilfrid Hyde White), advierta que su súbdita ha logrado huir
de las acechanzas de Razinski. Y es que, en última instancia, el mayor mérito de esta más que simpática producción, reside en el
sorprendente papel activo que adquiere el personaje femenino protagonista de la función. Una faceta no demasiado habitual en
el cine de la época, que además de brindar un magnífico rol a esta estupenda actriz, otorga personalidad propia a la propuesta
firmada por Baker, que a continuación filmaría una curiosa propuesta lindante con el
fantastique,
protagonizada por Tyrone
Power. Me refiero a
THE HOUSE IN THE SQUARE
(1951), también rodada en una Inglaterra de la que prácticamente ya jamás
volvería a salir.
Calificación:
2’5
17/10/2011 17:43
thecinema #. Roy Ward Baker
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